martes, 11 de marzo de 2014

Adiós a Pepe, el de Relieve




Enrique Señorans


A primera hora de ayer me llamaron de un periódico para preguntarme sobre la veracidad de una noticia: Pepe Relieve ha muerto en Valladolid. En un segundo me vienen a la memoria las primeras visitas a la librería, en Cánovas del Castillo, y aquel olor intenso de libros y tabaco. La primera vez que entré como un adolescente inculto, ávido de libros, y Pepe preguntándote al rato “buscas algo chaval”, y yo, “nada, miraba”. Y así, como quien no quiere la cosa y el tiempo, terminar una semana más tarde pidiéndole consejo y libros sobre poesía. En esta tierra es común herir con hierro en vida y subir a los altares con la muerte. De Pepe no oiréis hablar mal, ni siquiera entre colegas, a quienes transmitió conocimiento y amor al libro de lance, al tomo viejo A Pepe le han leído tres generaciones de lectores en 61 años, ha rescatado la importancia del libro abandonado por las editoriales, de esa máquina que publica sin criterios y lleva a los libros- incluso algunos buenos- a los cementerios de papel reciclado. En su librería se fraguaron encuentros, libros, revoluciones; se pintaron cuadros, se esculpieron esculturas. Y sobre todo, Pepe dejó al marcharse un reguero de libros y lectores, un camino de citas con humor en pliegos de cordel, y allá, desde donde nos mire, estará colocando en una estantería los libros del pasado y del futuro.




(Fotografía de Alexander Rol Jorge)



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