sábado, 14 de junio de 2014

El principio celular, de Jorge Barco




Ayer viernes 13 tuvo lugar la lectura de poemas del libro de Jorge Barco que lleva por título El principio celular. Ha sido editado por la editorial Origami y fue presentado por el poeta Jacob Iglesias. Como indica el editor, "se reúnen en este libro los poemas escritos por Jorge Barco desde 1998, y que ha ido publicando a lo largo de estos años tanto en sus libros como en revistas y antologías. Se incluye, además, una selección de inéditos que fueron quedando descartados."

(Jacob Iglesias presentando a Jorge)


Tomamos del blog Puentes de papel la recesión del libro que hizo en su día el escritor y poeta José Luis Morante:

Avanzo, con paso sosegado, por los textos más madrugadores de El principio celular, obra que recoge la poesía reunida de Jorge Barco (Salamanca, 1977) en casi tres lustros de escritura. Tengo la sensación de mirar el encuadre de un escritor distinto, un solitario caminando en compañía de su yo, un francotirador al que incomoda el estrecho traje de las etiquetas habituales. Es verdad que sus argumentos, en uno u otro momento, recuerdan al desgarro prepotente y carcelario de David González, al nihilismo desasosegado e irónico de los primeros títulos de Luis Felipe Comendador, al verbo cronista y testamentario de Karmelo Iribarren, al ser pomposo del último Manuel Vilas, y (ya termino con las afinidades al paso) a algunos de los epígonos de realismo sucio norteamericano. Son estéticas dispuestas a truncar a balazos escritos el malestar íntimo del yo existencial, pero su modulación tiende al individualismo más extremo y acrecienta distancias con los inevitables compañeros de viaje. 

Nada sabía de sus primeras entregas, siempre publicadas en colecciones minoritarias y canales de circulación restringida. Como informa un breve prólogo del autor, que resume a grandes trazos el trayecto, el dni celular aporta como datos la ruta continua por una lírica realista y concisa, con vocación de austeridad narrativa, muy explícita en sus enunciados y en el mismo filo de la prosa. Confía en el golpe de mano del verso final para zarandear al lector con un sentido imprevisto, con una ruptura semántica que llene de matices el desarrollo argumental. También la apuesta por el desgarro existencial y la sensibilidad en carne viva de una poética con sustrato autobiográfico, hecha con la arcilla maleable que proporciona la existencia: “Abandona la poesía / separa los ojos del libro. / El mundo está ahí / inmenso y frío como la muerte. / Tus dedos sangran al intentar cortar la rosa. / ¿Acaso no lo ves? ". 

La poesía de Jorge Barco suma títulos en los que perdura la voz de un protagonista poemático con mínimas mutaciones, en permanente belicismo contra el frío del entorno. La vida diaria contribuye a una pautada derrota de cualquier ilusión o idealismo, aunque nos proteja la onda expansiva de los sentimientos que siempre son antídoto eficaz contra la tentación del nihilismo. Su quehacer recuerda que las pretensiones trascendentes sobran, aunque para disimular ese vacío se recurra a la ironía o, incluso, al humor negro. Lo que importa es seguir dispuesto ante el folio en blanco de la próxima pregunta. Y caminar solo, en el umbrío laberinto trazado por un destino imprevisible.





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