miércoles, 25 de marzo de 2015

La sombra del lucero, de Noelia Toribio García



Se ha presentado este miércoles 25 en la librería el poemario de Noelia Toribio García La sombra del lucero. Fue presentada por Irene Enríquez Pigazo, autora del siguiente texto.




La poesía es algo que anda por las calles. 
Que se mueve, que pasa por nuestro lado.
Todas las cosas tienen su misterio y la poesía
es el misterio que tienen todas las cosas. 

Federico García Lorca


Son estos versos lorquianos los que nos empujan a conocer el entramado poético de La Sombra del Lucero, el nuevo poemario de Noelia Toribio. 

De corte romántico, sus versos nos ayudan a comprender el mundo que los labios de Bécquer, Keats, Wordsworth o Byron impregnaron en la cultura occidental de la que hoy hacemos alarde; ese misterio natural del querer amando y amar queriendo, los infortunios y las maravillas que, si bien no se ocultan, sólo llegan a verse con el empeño y la disposición de quien las observa lo suficiente. 

Su estructura se divide en cuatro bloques temáticos en los que la poeta recrea diferentes situaciones y aspectos, en su mayoría ligados al eje principal y constante que actúa como soporte de la acción / dinámica del texto global: la emoción. 


Pero no nos confundamos: su poesía no es de rosas y bombones y me aventuro a continuar tus palabras, Noelia, cuando afirmo que su contenido es literariamente Romántico. El amor, sentimiento aclamado por excelencia en el mundo poético desde sus más tiernos inicios es un factor desencadenante del proceso creativo de nuestra autora, pero a menudo aparece indirectamente reflejado en otras pasiones imperantes como el deseo de libertad, el anhelo, la melancolía, y la búsqueda interna del equilibrio entre la luz y la oscuridad. 

Aunque debamos hacer una breve mención al silencio, pues es un elemento relevante en el desarrollo del libro especialmente a partir del segundo bloque, no debemos olvidar el giro que nos propone su trayectoria: La sombra del Lucero es ante todo un poemario esperanzador, que brinda sus mejores enseñanzas a todo aquel que decida descubrirlo. 



En su Preludio, me descubro verdades silenciadas:

La Sombra admiraba y envidiaba la belleza de aquellas luces tenues que flotaban
 suspendidas en el aire, independientes de cualquier ente. Ellas podían vivir con su propio
 brillo mientras que las sombras sólo existían a raíz de los objetos materiales y de la propia luz. 

Sabe bien la poeta que al respirar el romance, nace también la añoranza, ya estemos en Un Puente de Venecia o sobre los adoquines que nos han visto crecer; sabe bien hacer entender que la vida es un baile y que merece la pena saltar a la pista aunque nos pille con el ritmo cambiado. 

Gracias, Noelia, por tus manos ingeniosas. Yo, por mi parte, les dejo en las suyas. 

Irene Enríquez Pigazo (Irene DeWitt)




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